Capítulo III

Hoy fué un dia soleado, mucho calor, todo despejado... era raro, estos días venian con una seguidilla de frío y ultimamente ha cambiado el clima, el verano obviamente ha vuelto, tal vez esto afecte mi salud. Y me recalco a mi mismo, porque nadie parece notarlo. En fin, decidí que al caer la noche iría al barrio por donde vive Ana María, me han llegado comentarios sobre tal lugar... pero es mejor juzgar por uno mismo, en fin no todos tienen el mismo gusto, y menos en cuanto a territorio se trate.
-Excusas!- Por alguna razón mis pastillas no estaban funcionando.
Ya es casi media noche, deberia de estar en mi casa descansando... Pero no, decidi venir de noche, este barrio no está muy lejos del trabajo y alguien podria verme en situaciones sospechosas. Sin embargo no deberia tardarme mucho; 30 o 40 minutos más para ver su casa, a ella misma...o tal vez más, tal vez... una noche entera, despues de todo es seguirla! en fin si veo como actúa ingresará a la empresa! digamos que tengo que ver bien como es una persona.
-Excusas!- escuché a mi mente decir; hoy no le haria caso, de todas formas estaba allí por ella.
Tomaré un taxi y me bajaré a unas 4 o 5 cuadras de su dirección, en un café cercano a su departamento, pensé y para mi, todo eso parecia muy lógico.
Al llegar noté un barrio triste, oscuro, peligroso pero aun así me negué a otro taxi y me animé a caminar un poco. Ahí estaba pequeño, solitario, simple. Bar de mala muerte.
-¿Señor desea algo?
-Sí, ¿podría traerme la carta?
-Aquí la tiene.
Precios altos, cosas básicas. Habia cenado hace poco, por lo tanto no me apetecia comer.
Llamé al mozo:
-Por el momento solo un café
-Bueno, ¿le traigo algo más?
-No, gracias... así está bien
-Bueno, ya se lo traigo.
-Gracias.
Por fuera se veia pasar a la gente apurada por llegar a su casa, pocos autos por la hora, una noche igual a cualquier otra. De repente una mujer entró al bar, los mozos se acercaron a hablar con ella y la acompañaron a la barra.Ahí estaba.. mirandome, era ella... me miró de soslayo una vez más y se dió vuelta.
Tenia sus años y su cara asemejaba tristeza con una belleza exotica. Mi deseo por ella no se basa en sexo, la necesito, la quiero. No lo dudé y me acerque unas mesas más cerca de ella, simplemente porque estaba hablando con uno de los que atendian el bar, así, cuando termine, me acercaré. Logré escuchar que Ana María tenia problemas de dinero, y luego de eso llegó a mis oidos una frase que me dejó pensando "Volveré a mis clientes". ¿Escuché eso? ¿Era Ana María una puta como mi mente me lo habia indicado?
Sumergido en mis pensamientos no noté cuando se levantó hasta que su voz resonó en mis oidos:
-Disculpa ¿puedo sentarme aquí?-
-Sí... claro, toma asiento - Le dije señalandole una silla frente a mí
Sí, definitivamente era ella, el destino habia puesto a Ana María en frente mío, o su falta de dinero...
-¿Que haces tan tarde por aquí?
-Tratando de relajarme luego de un dia de trabajo exhaustivo.
-Ah, pensé que esperabas a alguien.. ¿eh? - Me lo dijo y guiñó ligeramente un ojo, mientras deslizaba su pierna por debajo de la mesa para tocarme mis piernas.
-No, no tengo a nadie que me espere, ni me interesaria tampoco tener a alguien que lo haga.
- En ese caso tengo algo para ti, pero...¿Buscas algo en especial?
- ¿Qué puedes darme?
-Placer, placer y más placer - me dijo mientras acercaba su boca a la mía y me miraba fijamente,... echaba un olor a alcohol nauseabundo de su boca, estaba borracha... no me sorprendia, era bastante deshinibida como para ser algo natural.
- Y...¿Qué quieres a cambio?
- No sé, quizás un trago...quizás dinero...
- Interesante propuesta - Dije, pero... ese no era yo, yo no estaba respondiendo...Volvía es extraña sed de tenerla, con un odio a tanta desinhibición. "Que no se te escape" pensé.
- Y.. ¿tienes casa guapo? - balbuceó mientras la vista se le desviaba
- Sí, pero primero... pido tu trago
Ahí inmediatamente llamé al mozo
-¿Qué desea señor?
-Traigame un...
-GIN - dijo en un tono desesperado - GIN POR FAVOR...
-Si la dama lo ha dicho, traigalo.
-Si señor.
Perfecto. Intriga. Ansiedad. El momento se acercaba, y tenia todo a mi favor...

Capítulo II

Necesitaba llegar a ella. El odio no cesaba, quería verla sufrir, mi conciencia me decia que acabara con ella. "Basta! No debes" me grité, pero ahí estaba: su dirección. Era demasiado cerca, y al notarlo una sensación de felicidad y zaña se apoderó de mí.
¿Tomé las pastillas hoy?
No es la primera vez que deseo conocer a alguna de mis posibles empleadas, pero jamás por una razón asi... Me refiero a que en mi vida me he dedicado a mi trabajo y a mis pasiones de coleccionista, pero muchas veces me ha superado la lujuria. Está de más decir que nunca las contraté, solo fuí alguien que conocieron "accidentalmente" y con el que pasaron una noche.
Repito, esta vez es diferente, la quería cerca.. Me queria mentir, despues de todo es sólo trabajo.
La batalla con mi conciencia comenzaba de a poco:
- Debes seguirla.. - me indicaba
- No, no debo... - me repito
- ¿Cómo? ¿Porque no? Tienes que conocer a esa persona antes de contratarla, ¡y más si causa esto en ti!
- HE DICHO NO.
Maldita conciencia, siempre en mi contra, siempre me hace sentir menos, llevandome por el mal camino, no podré frenarme durante mucho tiempo.. ¡NI SIQUIERA SE POR QUÉ ESTOY ASI!
Abrieron la puerta y me apuré a sentarme correctamente y acomodar mi corbata.
-Señor
-Emm.. ¿si María?
-¿Le sucede algo?
-Creo que no, disculpa... fué el telefono. Sabes como son estas cosas.
-Aah si, bueno.. lo molesto para entregarle un CV que ha ingresado recientemente en nuestra consultora, talvez le interese.
-Sí, gracias... por favor guardalo en el escritorio cerca de los expedientes.
María es mi secretaria, una joven de 25 años, rubia y de ojos azules... con un alto poder de seducción... de hablar con ella me dí cuenta que podría tener lo que quisiera, esa sed de lujuria apareció desde que la conocí... yo sé que le atraen los hombres mayores y con una posición económica respetable... eso talvez la hace interesante, pero esto estamos en un ámbito laboral y no hay manera, esto es un "No". Aunque...
-Hasta luego señor.
-Hasta luego María, y recuerde mi café a las 16.
-Si señor, lo recuerdo.
-Muchas gracias.
Amable, atenta, misteriosa... algo talvez le falta, pero no lo noto.
Finalmente desprevenido, mi conciencia ganó. "Lograste tu cometido" me dije "Seguiré a Ana María. Esta mujer tiene algo que me hace recordar cosas... talvez porque es desempleada, talvez porque su rostro tiene un tono triste y lúgubre... o talvez porque es..."
-...Puta.
-No,.. ¿que dices?
-Lo sé.
Maldita conciencia.

Capítulo I

Me desperté sobresaltado... esa noche no era como las demás. Un olor en particular me recordaba a viejas tardes de febrero, un calor húmedo, casi sofocante me desperto. Medio atontado por el sueño, logré prender la lámpara de la mesa de luz para luego dirigirme a la cocina. Acostumbrado al frio de Julio, esta noche parecía realmente calurosa, veraniega. Debí pararme y quitarme mi ropa invernal, para luego volver a la cocina y fijarme la temperatura.
Un canal de aire con una programación de mala muerte para esas altas horas de la noche me indicó que la temperatura rondaba los 7 grados. Sinceramente no lo entendí, sería yo tal vez.
Me tomé la fiebre, normal. "Vuelve a dormir, tal vez es el sueño" me dije por dentro, sabia que no lo lograria, pero calmar a mi mente era la mejor opción en ese entonces.
Soñé con mujeres esclavas de la lujuria masculina, putas... por así decirlo y luego todo se torno sangre.
El despertador sonó, obligué a mi cuerpo a levantarse y ahí estaba, ese calor sofocante que me costó el sueño. Me hice el desinteresado y seguí con la rutina.
Al llegar al trabajo, tomé los curriculums que debia revisar conforme a mi trabajo y los comencé a leer. Nada fuera de lo común hasta que una cara raramente familiar se asomo entre los papeles, era la penultima, sin embargo la tomé:
Ana María era su nombre... no revelaré su apellido, no viene al caso. Su cara era apagada, con sus ojos marrones opacos. Aparentaba unos 40 años, y como muchas mujeres, eran víctimas de esos numeros, víctimas del desempleo. "Pobre mujer" pensé, realmente era triste ver tantas personas interesadas por un trabajo tan miserable. Su sonrisa era extraña, exótica a pesar de sus años, pero repentinamente me invadió un asco, una repulsion... Un odio.